jueves, noviembre 06, 2008

Crecer

Cuando somos bebés alcanzamos lo que podríamos llamar una condición de bienestar. Lo tenemos todo: comida, abrigo, a mamá y papá que nos atienden, podríamos pensar que es nuestro estado ideal. Desafortunadamente este estado es temporal, no porque a mamá se le acabe el cariño hacia nosotros, ni nada por el estilo, sino que nuestro propio instinto nos dicta que debemos avanzar a otro nivel, dejar de hacer las cosas que hacemos y aprender nuevas.

Lo mismo sucede cuando pasamos de la niñez a la adolescencia, de ahí a la juventud. En cada fase tenemos que dejar cosas, tomar nuevos retos, a veces modificar por completo el estilo de vida, por ejemplo cuando salimos de casa de nuestros padres, o cuando nos hacemos totalmente independientes de ellos. Dejamos muchas cosas para tomar la rienda de una nueva etapa de la vida en donde parece que iniciamos de nuevo.

Muy a nuestro pesar cada transición entre estas fases no se realiza de manera sencilla, el dejar el biberón cuando somos bebés puede significar una perdida terrible de algo que en ese momento nos da seguridad y bienestar. Este "dolor" en la transición es desafortunado, pero a final de cuentas necesario para identificar que debemos avanzar al siguiente escalón.

Cómo identificarlo? pues poniéndonos en los zapatos del bebé me imagino que el biberón, aunque sigue significando lo mismo, seguridad y comodidad, no sabe igual y no se puede regresar a como sabia al principio. Lo mismo sucede cuando vemos a los pubertos y decimos que estan en "la edad de la punzada" ya que no se sienten a gusto ni siendo niños, ni siendo adolescentes, precisamente porque estan en la transición entre estas etapas: las cosas de los niños, aunque sentimentalmente siguen significando lo mismo, ya no son tan divertidas y apasionantes como antes, y al mismo tiempo las cosas de adolescentes no son tan conocidas para poder enfrentarlas de lleno.

En la vida adulta llega un momento en el que pensamos que no debemos crecer más. Desafortunadamente este pensamiento, que nos engaña, no nos permite avanzar durante las diferentes etapas que deben pasar nuestro caracter, nuestros sentimientos y nuestro interior espiritual.

Estamos acostumbrados al sentimiento de hartazgo que nos provocan ciertas cosas y desafortunadamente pensamos que ya la vida es de esa manera, que solo debemos "apechugar" y no nos damos cuenta que lo que nos esta pasando son esos mismos síntomas que teníamos en la pubertad, de que no sabíamos si íbamos o veníamos, de que no sabíamos si eramos niños o adolescentes, son esos gritos de nuestro interior que solo dicen: Crece

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 1 Corintios 3:11
Que significa crecer entonces? Pablo lo resume de esta manera: es cuando dejas de hablar, pensar y juzgar de cierta manera para hacerlo de otra diferente. Estos tres aspectos nos llevan a cambiar cualquier otro aspecto de la vida como el comportamiento, las relaciones inter-personales y cualquier otra cosa que se les ocurra y y creo que lo más difícil de cambiar en nuestra persona son estas cosas: la manera de pensar, de juzgar y de hablar.

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Lucas 2:52

Podemos crecer o cambiar en varios aspectos de la vida, pero tomando el ejemplo perfecto de la vida de Jesús vemos aunque la estatura es obvio que solo se alcanza hasta cierto punto, nada es tan importante como crecer en sabiduría y en gracia.

Pablo decía: juzgaba como niño... pensaba como niño... pero al crecer en la sabiduría esta rompe nuestros esquemas que han sido impuestos sólo por tradición solamente y nos hace buscar la razón por la que hacemos cada una de las partes de nuestro comportamiento, y comenzamos a juzgar y pensar de manera diferente. Cabe aclarar que no me refiero a juzgar como un acto de critica, mas bien se refiere a los juicios de valor que tenemos acerca de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Nuestra opinión, nuestra manera de ver las cosas pues.

Y el otro aspecto es crecer en gracia para con Dios, y por consiguiente para con los hombres. Jesús al igual que nosotros tenía esa necesidad innata de buscar a Dios, no solo porque era el Mesías, sino porque era también humano, y como tal tenía la necesidad de encontrar esa conexión con su padre y en esa conexión crecía cada día. Una vez más, rompiendo el esquema tradicional que tenían los religiosos de ese tiempo, en primer lugar porque era la primer persona que se atrevía a llamar a Dios como su padre, y en segundo lugar, porque no emitía losmismos juicios que emitia la iglesia de ese tiempo, es decir, no se dejaba llevar por la tradición, ni por el interes económico, ni por el interés político, ni por el poder mismo, consiguiendose así muchisimos enemigos en la iglesia, el sólo reflejaba quien era su Padre mostrando así que crecía en la gracia de Dios.